viernes, 8 de julio de 2011

Aquella liga en directo

A los 9 años tuve la fortuna de vivir en directo en un Estadio Bernabéu abarrotado, la consecución de un título de liga por parte del Real Madrid. El rival, convidado de piedra, fue el Real Valladolid, equipo que no se jugaba nada y que curiosamente la temporada anterior vivió también en directo la consecución de la liga por parte del Barça. Aunque la liga 85/86, la primera de la Quinta del Buitre tuvo claro color blanco, el Valladolid no le puso las cosas fáciles a los blancos, a los que les valía el empate. Pese a mi corta edad recuerdo todo con nitidez. Llegar pronto al estadio con mi padre, sentarnos en aquellos asientos añejos cuyo respaldo era metálico y estaban clavados sobre piedra, así era el viejo Chamartín. Contemplar los majestuosos videomarcadores, que muy pocos estadios del mundo en aquella época tenían. Y el césped del Bernabéu, impecable.
Se fue llenando el estadio, pasaron globos aerostáticos, avionetas, todo era una fiesta. Hugo Sánchez marró un penalty enviándolo al larguero y para más inri el Pucela se adelantó en el marcador. Finalmente los blancos consiguieron dar la vuelta al electrónico y ganaron la que sería su 21ª Liga, la cual supo a gloria.
Y es que desde aquel doblete del año 80, con aquella final de copa ante el Castilla, el Madrid pasó una travesía del desierto en la cual se quedaba a las puertas de ganar campeonatos. Entonces ganar una liga era tan valioso como ahora, pero además era el único modo de jugar la Copa de Europa.
Y es que en el 81, cuando el mítico Juanito cruzaba de rodillas el césped del Viejo Zorrilla de Valladolid como una promesa por ser campeón, en el últmo suspiro de un partido jugado en un barrizal típico de esos campos del norte llamado el Molinón, la Real Sociedad marcó un gol histórico que le valió su primera liga. Los blancos se quedaron con la miel en los labios. Años después la historia se repitió ante la propia Real y el Ath. de Bilbao, cerrando el ciclo de sequía blanca una liga ganada por el Barça de Venables.
En total 5 temporadas rozando el título liguero y escapándose de las manos, el madridismo estaba preocupado, con hambre de liga. Aunque volvió por sus fueros en Europa tras la consecución de la copa de la UEFA. Pero aquel día fue especial, el madridismo entero vibró de emoción, en aquellas pantallas gigantes salían mensajes tales como Alirón, Alirón, el Madrid es campeón. El propio Ramón Mendoza, nuevo presidente, bajó al campo a celebrarlo y pasearon el trofeo liguero ante el entusiasmo de la hinchada merengue y de fondo con el entrañable y castizo himno del Real Madrid atronando por los marcadores.
Recuerdo que al lado de mi padre se sentó un socio de avanzada edad, que era mudo, pero que le dió la mano a mi padre, pese a no conocerle de nada, tras la consecución del título. Algo muy madridista. El coliseo blanco une. Recuerdo abrazarme a desconocidos tras un importante gol en el feudo merengue y eso no pasa en ningún estadio, los madridistas somos una familia ante todo.
Puede, como decía el difunto Juanito, por el odio que se le tiene al Real Madrid en muchos sitios, muchas veces basado en la envidia y en mitos urbanos. Está claro que el madrid no despierta indiferencia, o se le ama o se le adora, lo cual genera grandes injusticias en el tratamiento del club blanco y de sus seguidores en otros campos de España.
Pero ciñéndome a aquella lejana tarde de Marzo de 1986 fue el primero y último título que había y he vivido como madridista en directo en el propio estadio. He vuelto a Chamartín en numerosas veces, he visto encuentros de Champions e incluso un derby madrileño, pero aquello fue único. Con señorío y pasión, el Madrid ganó una liga más que merecida. Fue el adiós de Molwny, eterno apagafuegos de la casa blanca, la temporada siguiente llegaría Leo Beenhaker y ese equipo dominaría en España y casi en Europa durante todo un lustro haciendo un fútbol de 5 estrellas. La afición cantaba con orgullo "Así, Así, Así gana el Madrid", tras una temporada mágica con remontadas increíbles ante el Borussia (recuerdo escucharlo por RNE e ir afónico al colegio con mis 8 añitos) ahí me di cuenta de que era algo especial, que ser madridista era y es una cosa muy seria. Aquel apretón de manos simbólico de mi padre con el viejo socio, resumía para mí qué era el madridismo.

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